martes, 3 de abril de 2012

Adriana se va, Adriana vuelve.

Sálvame no es precisamente un programa que se caracterice por la profesionalidad de sus colaboradores. La que no es expareja de un torero, es exconcursante de Gran Hermano, excuñada de folclórica o exlo-que-sea. Hay periodistas, sí, pero de esos que se rebajan hasta tal punto que no merecen ser llamados así. Hace un par de años contrataron a una reportera que se alejaba, gracias a dios, de estos patrones: Adriana Abenia. No sólo cumplía sus obligaciones de reportera, sino que después iba a plató a hablar de su trabajo del día. Alta, delgada, guapa, rubia, y al final pasó lo que tenía que pasar, teniendo en cuenta que estamos en Telecinco: ella quería trabajar de una manera mínimamente seria, dentro de los parámetros del programa, y en Sálvame querían tener a la típica rubia tonta que pasease palmito. Esto hizo que Adriana no renovara su contrato con La fábrica de la tele, productora del programa. Y su sustituta fue nada más y nada menos que...¡otra exconcursante de Gran Hermano! Chiqui fue la elegida para cubrir los reportajes que hacía Adriana, como los actos oficiales de la Casa Real, para los que se veía perfectamente cualificada (nótese la ironía).

Pero la relación Adriana Abenia-Sálvame no acaba ahí. Cuando parecía que la rubia no volvería a Telecinco, se anuncia que sí, que se lo ha pensado mejor. Casi un año despues de su marcha, y coincidiendo con el despido de la que fué su sustituta, regresa a los brazos de Jorge Javier para comentar la opinión de los telespectadores los viernes por la noche, en el Deluxe, o lo que es lo mismo, a leer tweets. Se podría pensar que quieren un 'lavado de imagen', deshaciéndose de gente de realities que nada tienen que aportar periodísticamente, pero no, porque ahí está la incorporación de Aída Nizar para disipar dudas.

Si hay algo claro es que Telecinco no se puede quejar de la imagen que proyecta en la sociedad. Imposible que con estos fichajes se le pueda tomar en serio, y aunque ahora tengan audiencia, les acabará pasando factura. Y sino al tiempo.

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