Hace una semana salía a la luz la noticia del fin de la emisión de la serie Toledo. Esta serie de ficción dio su primer paso el 10 de enero consiguiendo una audiencia prometedora, pero en realidad no fue más que una "falsa alama" ya que las siguientes emisiones no han hecho más que caer en picado. Por esta razón la cadena Antena3 decidió quitarla de su parrilla de programación, datando el fin de emisión de la misma el pasado martes 3 de abril.
Leyendo y analizando estos datos me viene el recuerdo del día del estreno de la serie, cuando estaba haciendo zapping y decidí darle una oportunidad a la serie. Tenía buena pinta, la ambientación en la España del siglo XIII fue lo que más me llamó la atención. Sólo unos segundos hicieron falta para que en mi cerebro saltase el chip de cambiar de canal. Quitando al veterano Juan Diego el resto del reparto de actores me pareció una patraña, pero aún así decidí desatender las actuaciones para centrarme en la trama. Igualmente, mi cerebro insistía en coger el mando y cambiar. Se le daba demasiada importancia a las caras bonitas -o sea, actores planos- y a las historias de amor, es decir, la intención de vender caras y morbo plagaba el ambiente histórico que pensaba que me sedujo en un principio. Probablemente, esto que me ha pasado a mi le haya pasado a varias personas que decidieron no volver a sintonizar Antena3 los martes a las 22:30 -una prueba de ello puede ser el descenso que obtuvo en las audiencias de sus 13 capítulos-.
Si nos dejamos guiar por la red social Twitter como herramienta de medición de audiencias, se puede comprobar que a través del hastag #ToledoElDesenlace la serie que acababa terminaría por convertirse en leyenda entre todos sus seguidores -de los que la mayoría también echarían de menos las caras bonitas antes mencionadas-. Aún así, si la cadena decidió quitarla de la parrilla para dar cabida a otras series que tienen en la recámara.
Me parece una correcta acción por parte de la cadena la de sustituir algo que no genera frutos por algo que si pueda generarlos, dando además oportunidades a los creativos que están de todo esto. Ahora mi duda es: ¿y si las siguientes series también se basan en el morbo al que la ficción nacional nos tiene acostumbrados -sobretodo la de Antena3- desde hace ya algunos años? ¿Seguirá triunfando ese morbo en otras series? Mi posición es esperar que cada vez sea mayor el descontento, pero la realidad hace temer que la respuesta sea no.